"CURAR LA CEGUERA": POR QUÉ NECESITAMOS UNA NUEVA PERSPECTIVA SOBRE LA REHABILITACIÓN DE LA VISTA

DISCAPACIDAD VISUAL

En una sociedad centrada en la comunicación visual, ser ciego puede tener graves desventajas. De hecho, las investigaciones muestran que las personas ciegas corren un mayor riesgo de desempleo, aislamiento social y menor calidad de vida que las personas con visión. Dado el enorme impacto que tiene la ceguera en la sociedad y en las personas sin visión, el impulso para encontrar una "cura" para la ceguera se ha convertido en un mercado rentable.

Muchos desarrollos nuevos e innovadores que "curan la ceguera" se basan en promesas que a menudo no pueden cumplir, lo que deja a muchas personas ciegas y sus familias sintiéndose decepcionadas y desilusionadas. Pero, ¿qué significa realmente “curar la ceguera” y cómo se puede lograr de la manera que más beneficie a la persona ciega?

Cuando pensamos en “curar la ceguera”, a menudo pensamos en restaurar el sentido perdido, por ejemplo, mediante tecnología para mejorar la visión, ojos biónicos o terapia génica. Esto se debe a que normalmente tratamos un sentido alterado centrándonos en el órgano sensorial dañado. Pero mientras nuestros ojos transmiten la información sensorial, al transformar la luz en impulsos eléctricos que nuestro cerebro puede utilizar, la mayor parte de la percepción visual ocurre en el cerebro.

La percepción de un objeto visual, una taza de café, por ejemplo, se crea en diferentes niveles jerárquicos en la corteza visual de nuestro cerebro. Las características bidimensionales simples, como los bordes y los colores, se combinan en formas más complejas, que a su vez se combinan en la percepción de objetos completos, como nuestra taza de café. A través de estos diferentes niveles, nuestras experiencias visuales y no visuales previas influyen fuertemente en cómo percibimos el objeto final.

Debido a la naturaleza compleja de la percepción visual, la vista es increíblemente difícil de restaurar y lograr un nivel satisfactorio de función visual no es fácil. A pesar de los importantes avances en la tecnología de restauración visual, incluso los mejores implantes visuales normalmente solo permiten una agudeza visual de 1/60, que técnicamente todavía está clasificada como ceguera por la Organización Mundial de la Salud. Si bien esta forma mínima de percepción de la luz ya es un gran progreso, no es suficiente para permitir que una persona viva de forma independiente.

Si bien cada persona ciega tiene sus propias ideas sobre lo que la rehabilitación de la vista debería hacer por ellos, lo que resuena con la mayoría es el objetivo de aumentar la independencia al permitir que las personas ciegas obtengan más acceso a la información visual.

Pero, ¿el cerebro necesita visión para eso? No necesariamente. Es por eso que debemos adoptar una perspectiva diferente sobre la rehabilitación sensorial, una que considere la visión como parte de una experiencia multisensorial mayor. Después de todo, la percepción rara vez se basa en un solo sentido, sino en una combinación de experiencias multisensoriales en las que nuestros sentidos se influyen entre sí.

Perspectiva multisensorial
El cerebro tiene la notable capacidad de compensar la pérdida sensorial reorganizando cómo procesa la información. De hecho, el cerebro aprende a percibir a través de las experiencias sensoriales que hace durante la niñez. Si toda la experiencia sensorial es no visual, la percepción se desarrollará alrededor de estas experiencias. Entonces, si una persona nació sin vista o perdió la vista en una infancia temprana, su percepción se desarrollará alrededor de los sentidos no visuales.

Esta es la razón por la que, en algunas tareas, las personas ciegas se desempeñan mejor que las personas con visión, mientras que, en otras tareas, pueden hacerlo peor. Esta dicotomía parece subyacer a un principio simple: ¿es el sentido que se usa típicamente para esta tarea el más adecuado para acceder a esta información? Por ejemplo, podemos localizar un teléfono que suena usando nuestra visión o audición. En este caso, una mayor experiencia para encontrar objetos a través del sonido conducirá a un rendimiento superior en personas ciegas cuando solo se utiliza la audición. Sin embargo, dado que nuestra visión es mucho más adecuada para percibir los rostros de las personas, las personas ciegas generalmente se desempeñan peor que las personas videntes cuando reconocen los rostros de otras personas a través del tacto.

Sabemos que el cerebro aprende mejor sobre el medio ambiente cuando puede acceder a la misma información a través de múltiples sentidos. Esto beneficia nuestra percepción al mejorar la exactitud y precisión. Pero si queremos hacer uso de este beneficio perceptivo en la rehabilitación de la visión, necesitamos saber si el cerebro ciego realmente aprendió a generarlo.

Resulta que esto depende de la edad en que una persona se queda ciega. La ceguera antes de los ocho o nueve años influye en cómo se utilizan el tacto y la audición para calcular el tamaño del objeto. Pero la ceguera después de esta edad afecta la capacidad de mejorar la percepción a través de la combinación multisensorial.

Entonces, ¿qué significa eso para la rehabilitación sensorial? Sabemos que no existe la mejor solución para todas, pero también sabemos que la edad de aparición de la ceguera puede proporcionar pistas importantes. Si una persona ha sido ciega desde el nacimiento o la primera infancia, el cerebro no sabe cómo procesar la información visual, por lo que la restauración de la visión puede no traer muchos beneficios. Sin embargo, si la vista se perdió más tarde en la vida, el cerebro está mejor conectado para percibir su entorno a través de la visión.

Pero todavía hay buenas noticias para los ciegos congénitos y precoces: las capacidades de percepción mejoradas en los sentidos restantes se pueden utilizar para sustituir la visión. De hecho, la información visual no tiene que ser captada a través de los ojos; también puede llegar al cerebro a través de nuestros otros sentidos. Para que eso suceda, primero debe traducirse a un "lenguaje sensorial" diferente. Por ejemplo, la información visual se puede traducir directamente en sonido. A través del entrenamiento, el cerebro aprende a usar este nuevo lenguaje sensorial, abriendo el mundo visual mediante el uso de otro sentido.

Si bien los avances en la restauración sensorial han recorrido un largo camino, todavía estamos lejos de una solución óptima que permita a las personas ciegas acceder a información visual y participar igualmente en la sociedad. Al darnos cuenta de que la percepción depende de las experiencias individuales, podemos desarrollar mejor las soluciones que beneficiarán más a cada persona, ya sea que tenga como objetivo restaurar su vista o que busque utilizar sus otros sentidos.