LA PRIVACIÓN, EL AUTISMO Y LA DISCAPACIDAD ARROJAN LUZ SOBRE EL DESARROLLO HUMANO

PSICOLOGÍA

¿Qué tienen en común los bebés recién nacidos, los niños que han sido severamente privados del contacto humano, las personas con autismo y las madres ciegas? En la superficie, no mucho. Pero proporcionan un tema común para comprender cómo se desarrollan las habilidades sociales y de comunicación en los primeros años de vida.

Nacemos con sesgos visuales básicos, que nos hacen mirar caras, como por reflejo (naturaleza). Al mirar con regularidad a un padre que habla, sonríe y nos mira con afecto, llegamos a comprender más acerca de cada una de estas cosas (crianza). Mediante esta combinación de cableado cerebral y experiencias tempranas, estamos preparados para convertirnos en los adultos que seremos.
Los bebés notan los rostros humanos y quieren mirarlos. Reconocen las voces humanas y quieren escuchar. A medida que experimentan los rostros y las voces de sus padres, también comienzan a comprender señales sociales más complejas: dónde miran los padres, qué emociones sienten, qué dicen.

Diferencia de desarrollo y discapacidad
Los bebés que nacen ciegos están en desventaja temprana. Se pierden las experiencias del contacto visual, las expresiones faciales y los gestos. Sin embargo, pueden escuchar la voz de sus padres y sentir el contacto, por lo que aún pueden aprender información social.
Muchos aspectos del desarrollo de los niños ciegos se retrasan. Suelen aprender habilidades sociales y comunicativas de diferentes formas. Sus padres se adaptan, utilizan más la voz y el tacto, por lo que el resultado suele ser bueno.

Los niños que experimentan privaciones sociales tempranas extremas también están en desventaja. Crecer en un orfanato abarrotado o con negligencia y abuso graves conduce a retrasos en el desarrollo y, potencialmente, a una discapacidad de por vida. Estos niños pueden ver y oír, pero no tienen un cuidador que les brinde una atención amorosa y personalizada.
Claramente, no es suficiente nacer con todos los sentidos, las experiencias de interacción temprana también son críticas.

Otra condición importante a considerar aquí es el autismo. Los niños y adultos con autismo tienen dificultades sociales y de comunicación, incluidos problemas con el contacto visual y el seguimiento de donde otros miran y señalan.

El problema no es sensorial. Tampoco es por falta de padres amorosos y atentos. El autismo rara vez se diagnostica antes de los dos años de edad, por lo que no comprendemos completamente su desarrollo temprano. Pero algo debe impedir que estos bebés aprendan a través de la interacción visual temprana.

El año pasado, mis colegas y yo hicimos un hallazgo nuevo e interesante sobre el desarrollo temprano del autismo. Mostramos a un grupo de niños de siete meses un video de un adulto que miraba hacia ellos, luego hacia afuera y hacia atrás, y medimos sus respuestas cerebrales.

Descubrimos que los cerebros de los bebés que posteriormente no desarrollaron autismo respondieron de manera diferente dependiendo de si el adulto cambiaba la mirada para mirarlos o no. Los cerebros de los bebés que desarrollaron autismo no parecieron notar ninguna diferencia. Entonces, mucho antes de que un bebé pudiera ser diagnosticado con autismo, sus cerebros parecían estar manejando la información visual socialmente relevante de una manera diferente.

Investigaciones recientes de otro grupo sugieren que un modelo de intervención temprana para niños con autismo puede funcionar cambiando el funcionamiento de su cerebro, volviendo a ponerlos en un camino más optimista.

Bebés de padres ciegos
La semana pasada, mis colegas y yo informamos sobre un nuevo estudio, en el que seguimos el desarrollo de cinco niños nacidos de madres ciegas. Los propios niños podían ver, pero estaban siendo criados por un cuidador principal que no podía verlos.

A pesar de que las madres ciegas no habrían podido responder a lo que sus hijos estaban mirando o haciendo de la forma habitual, esto no pareció poner a los bebés en desventaja. Estaban igualmente interesados ​​en las caras y tan buenos para seguir la mirada de las personas como los bebés de padres videntes. También eran tan buenos para usar el contacto visual y otras habilidades sociales con adultos videntes como los niños con padres que podían ver.

Pero hubo algunas diferencias interesantes. A los siete meses, estos bebés tendían a usar menos contacto visual con sus madres ciegas y, a los 14 meses, usaban más sonidos y palabras. También tuvieron mejores habilidades de aprendizaje general de lo esperado, a los siete meses y nuevamente después de dos años.

Al igual que los bebés que aprenden dos idiomas, estos bebés parecían convertirse en "bilingües visuales". En lugar de ponerlos en desventaja social, crecer con una madre ciega parecía tener algunos efectos secundarios positivos. Los bebés se volvieron comunicadores más flexibles y mejoraron sus habilidades de aprendizaje en comparación con sus compañeros.

Que estamos aprendiendo
Podemos descubrir información importante sobre el desarrollo humano comparando diferentes grupos: qué sucede "normalmente" y qué cambia cuando la naturaleza o la crianza se desvían de lo "habitual". Investigaciones como esta nos muestran cuán notablemente adaptables son los humanos y cuán cambiantes son nuestros cerebros.

Si bien la mayoría de nosotros parece estar bien preparados para un buen comienzo en la vida social, nuestras experiencias realmente nos moldean. En casos extremos, diferentes experiencias de vida pueden ponernos en mayor riesgo, como en situaciones de negligencia y abuso. Pero en otros casos, diferentes experiencias pueden darnos una ventaja.

Para los científicos del desarrollo como yo, es sorprendente y emocionante ver que cuando los seres humanos somos desafiados, incluso cuando somos bebés, realmente podemos superarnos y sobresalir.